
Es conocido por todo el mundo que la “Transición española” fue un plato cocinado desde la CIA, con la colaboración de la socialdemocracia alemana de Willy Brant y del perrito faldero Felipe González, en connivencia con Carrero Blanco, Fraga, el renegado Carrillo y Juanito. Hasta ahí no digo nada nuevo. El imperio se aseguraba la continuidad del régimen fascista descafeinando en principio sus formas represivas, en un territorio geoestratégico clave, con varias bases americanas desde las que exportar el terror.